jueves, 29 de julio de 2010

Premonición de un Viaje Infinito.

Era una semana muy agitada... deudas, gastos, preocupación por el equipo y millones de mail por enviar. Ya ánimo no le quedaba, siguiente a eso se derrumbó en el escritorio a las diez menos quince de la noche de un día jueves. Pasaron largos minutos sin mover absolutamente nada, su mente en blanco, sus ojos fijos en un punto infinito, su abdomen era el único testigo de que aún respiraba, sin embargo, una escalofriante sensación sucumbió su espina dorsal.
Sus manos en la frente, y la luz del computador hacían evidente que la noche llegaba a la mitad.
Tres de la mañana, sintió que golpearon la puerta. Era el muchaho de negros ojos, rojos de tanto llorar, que se avalanzó hacia ella apretándola lo más fuerte, inundándola de sugestiones, preguntas.
Él no le dijo nada, sólo secó sus lágrimas en ella, tomó su cara entre sus manos, le besó la frente y se acurrucó en la cama y se durmió profundamente. Lo cobijó ella y volvió a su lugar. Continuó creando, siguió redactando frente a la pantalla, cuando a la puerta golpearon otra vez. La mujer de cabello corto y de pecas por doquier, la señora que moría cada vez que ella se iba, era la protagonista de tan minúsculos golpes en la puerta. "Ya es tarde y aún despierta, cómo no te das cuenta". le dijo esa mujer. "Deja eso y vete a dormir".
Ella insistió en el computador, que aseguró estar a punto de terminar lo que empezó. "Lo que empezaste ya tiene nuevo comienzo, yo me largo y él también, ¿lo olvidaste acaso?", continuó la mujer diciéndole a ella, por fin convenciéndola. "Tengo que decirle por dónde irse, corazón", replicó la mujer, "Es un chiquillo distraído, tú lo sabes bien."
El frío se hizo presente, junto al gran azul del cielo. Comenzó una nueva jornada y la ducha la disfrutó como nunca. Pasó por las mismas calles de siempre, ese día viernes, llegando al mismo destino de todos los días, como siempre... sin embargo, en un reflejo una nota en la frente tenía, "Me voy para siempre" decía, y ese espejo se nubló, reconoció ella la letra y se derrumbó.
Ella corrió a la despedida del muchacho, que parecía muy cómodo dormido, hechó a volar algunas lágrimas y canciones, y escribió esta nota el día veintinueve después de su partida.





Para mi amigo Marco, para mi querida Madre, para todos los que están disfrutando ese viaje infinito.

3 comentarios:

  1. uffff...
    se aproxima el 2º aniversario...

    no se ke decir..
    =/

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  2. buen relato, bien elaborado
    debió estar hace mucho tiempo en tu cabeza junto con todos esos detalles que necesitaban ser liberados

    Saludos

    DistEcliA_cRoNicA

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