sábado, 31 de julio de 2010

Un desconocido familiar.

Sentada bajo los árboles leía un libro de finas hojas, blancas como su piel. El aroma de un cigarro atrajo su atención... un hombre holgado en vestimenta y brillantes ojos, la acompañaban en su lectura cotidiana. El mundo se apartó por unos momentos, dejándolos sólo a ellos... el tipo siguió fumando, parecía que más nada importaba para él que el suave humo entre sus dedos; sin embargo, ella vio que todo lo leído, todo lo sabido, lo conocido y desconocido, todo lo bello, lo absurdo y lo mágico podían concentrarse en un sólo individuo... quizo hablarle, pero él se le adelantó: "Te esperaba", le dijo sin siquiera mirarla, "recorramos el universo... hagamos de ésto un lugar mejor."
Ella cerró el libro, lo dejó en el banco y partieron juntos quien sabe dónde. Poco a poco, el mundo regresó a su lugar, caminaron en dirección desconocida, haciéndose espacio entre la multitud.

1 comentario: