Sentada bajo los árboles leía un libro de finas hojas, blancas como su piel. El aroma de un cigarro atrajo su atención... un hombre holgado en vestimenta y brillantes ojos, la acompañaban en su lectura cotidiana. El mundo se apartó por unos momentos, dejándolos sólo a ellos... el tipo siguió fumando, parecía que más nada importaba para él que el suave humo entre sus dedos; sin embargo, ella vio que todo lo leído, todo lo sabido, lo conocido y desconocido, todo lo bello, lo absurdo y lo mágico podían concentrarse en un sólo individuo... quizo hablarle, pero él se le adelantó: "Te esperaba", le dijo sin siquiera mirarla, "recorramos el universo... hagamos de ésto un lugar mejor."
Ella cerró el libro, lo dejó en el banco y partieron juntos quien sabe dónde. Poco a poco, el mundo regresó a su lugar, caminaron en dirección desconocida, haciéndose espacio entre la multitud.
buenaaa :)
ResponderEliminar